18 de julio de 2011

¿Lo tienes?

Extracto de una plática de dharma ofrecida por la Maestro Zen Bon Yeon en septiembre del 2000 en el Centro Zen de Cambridge.

Hace mucho tiempo en China, el Maestro Zen Joju visitó a un ermitaño y le preguntó, “¿Lo tienes? ¿Lo tienes?” El ermitaño alzó su puño. “El agua es demasiado superficial como para anclar aquí,” exclamó Joju y se fue de allí.

Después Joju se encontró con otro ermitaño y le preguntó, “¿Lo tienes? ¿Lo tienes?” El ermitaño levantó su puño. “Eres libre de dar y tomar, de matar y de conceder vida,” dijo Joju, haciendo una postración.

Dos hermitaños: la misma pregunta, la misma respuesta. ¿Por qué Joju aprobó una y no aprobó la otra?

¿Qué tanto crees en ti mismo? ¿Un 20, un 50 o un 100%? Todo el tiempo todo mundo nos dice, “Debes ir por aquí”, o “Debes vivir de ese modo”. Nuestros padres, nuestros cónyuges e hijos, nuestros amigos, la sociedad, la religión, la cultura, la economía, el internet, los medios: todos tienen su propia idea para nosotros. Cómo debemos pensar, actuar, rezar, gastar, ahorra, comunicarnos y sentir. ¿Quién puede competir contra eso? Es mucho pedir.

Odiarías pensar que tu vida entera pudiera ser tan sólo un collage de lo que todos estos tratan de imponerte. Sabemos que hasta cierto punto estamos influidos por ellos pero, ¿acaso no hay alguna cosa, en algún lugar, que no dependa de todo esto?

Hay un modo de averiguarlo. Deja todo lo anterior y ve qué ocurre. No importa si Joju lo aprueba o desaprueba. Haz a tu verdadero ser la misma pregunta y ve si confías en lo que aparece.

Lo más importante es permanecer alerta, permanecer con las cosas que son, y permanecer despierto. Está el irse de retiro y está el regresar a casa o, como lo llaman en la tradición Zen, “regresar al mercado”. Está la claridad en la soledad, y está la claridad mientras manejas tu coche en horas pico.

Incluso el mínimo atisbo de santidad o de superioridad moral te apartará de simplemente hacerlo. Las personas de mirada aguda pueden verlo desde kilómetros de distancia y correrán para salvar sus vidas. ¿Quién puede culparlos? Si tienes una idea del Zen, todavía es eso: una idea.

Deja que tu mente vaya a cualquier lado sin estorbos.


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